Lo peor ya pasó: los empresarios se alinean con Milei

27 de mayo de 2024

En el sector de la alimentación notan una mejora. Desde fideos, aceites, café y arroz hasta la carne. El dólar y la posibilidad de la «V» .

Los últimos datos oficiales no dejan ningún espacio para el optimismo: un derrumbe de la actividad económica en marzo y los peores pronósticos para los meses siguientes. En ese entonces, el EMAE del INDEC marcó una caída del 8,4% interanual y también una contracción respecto de febrero.

Todavía no existen registros oficiales de lo sucedido durante abril. Las consultoras privadas midieron un virtual estancamiento, acaso una pequeña contracción, respecto de marzo.

La última estimación la hizo Equilibra, la consultora que dirige el economista Martín Rapetti. Da cuenta de una caída de apenas 0,5% en abril versus marzo, sin tomar en cuenta la producción agrícola, que este año se encuentra bien arriba del año pasado, por el efecto sequía.

¿Y mayo? ¿Cómo está cerrando el quinto mes del año?

¿La actividad económica ya tocó el piso?

Dos empresas líderes de la alimentación, que dominan buena parte de los precios en las góndolas de los supermercados y de las cadenas de mayoristas, coinciden en sus diagnósticos.

Desde esas compañías advierten que -a falta de la última semana del mes- todavía no tienen números cerrados, pero sí tienen en claro que consiguieron registros positivos en relación a las ventas de abril. Y también, obviamente, respecto de los primeros meses de este 2024.

«Medidas en volumen, las ventas registran una leve recuperación», aseguran en una de las fábricas.

«La rentabilidad cayó, sin dudas. Los márgenes bajaron a mínimos, sobre todo en las categorías de los alimentos básicos. Privilegiamos las ventas, ante todo. Necesitamos facturar para hacer frente a los costos fijos y también por una típica estrategia para sostener el «market share»», agregan.

En cambio, apuntan desde otra empresa líder, «todavía no hay reacción en los rubros que no son los básicos», lo que da cuenta de la caída en el poder adquisitivo de los consumidores.

El consumo de carne, también mejora

El consumo de carne también muestra una mejora. Leve, pero mejora al fin, desde niveles históricamente bajos.

Desde los 39,9 kilos por habitante por año, en mayo se estaría cerrando con una suba del 10% aproximadamente, a unos 45 kilos ahora en mayo, asegura Andrés Costamagna, consultor en el mercado cárnico.


La tendencia positiva de este mes se relaciona con la estabilidad en el precio de los cortes en las carnicerías. Pero, sobre todo, en los supermercados, que ofrecen ofertas en sus heladeras, prácticamente a diario.

«La gente vuelve a percibir que la carne está barata en relación a otros alimentos. Los precios están planchados. El asado se arrima al salario porque los ingresos de la gente mejoran y los precios de la carne se quedaron», dice Costamagna.

La misma situación ocurre con la carne de cerdo, que incluso muestra valores más bajos que en el caso de los cortes vacunos. Un kilo de pechito de cerdo cuesta entre $3.300 y $3.500.

La letra de la recuperación

En el reportaje que la revista Time acaba de publicar a Milei, el Presidente consideró que «ya estamos en la punta de la V corta», al dar cuenta de la mejora en la actividad económica. El jefe de Estado insiste en que esa reactivación será rápida y bien para arriba.

En las compañías de la alimentación dan cuenta de una mejora, pero más tenue, al menos por ahora. Para los empresarios de la alimentación, el balance de este mes cierra mejor de lo esperado. «Salimos del estado de shock», asegura el director de una de las fábricas líderes.

«No estamos viendo una salida en «V». La recuperación no va a ser rápida; el proceso no va a ser fácil», dice Martín Cabrales, dueño de la empresa Cabrales, dedicada al café.

El efecto dólar

En las compañías consultadas coinciden en que el salto de los dólares financieros de la semana pasada no alteraron la dinámica diaria. «Al dólar se lo mira, pero no incide en los planes», afirman en una de las empresas líderes.

El temor, eso sí, se relaciona con la posibilidad -latente- de que la brecha cambiaria se agrande todavía más y que, en un caso así, se distorsione la oferta de mercadería. Y que eso derive en presiones inflacionarias.

Por ahora, esa dinámica tan perniciosa que se dio en otros tiempos, esta vez no existió. Los ejecutivos, hoy por hoy, están más atentos a las ventas y la facturación que a las presiones cambiarias.

«Mientras no haya un salto del dólar oficial, nada cambia», afirman. Por ahora, la recesión manda.

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