La economía da señales de vida: suben los sueldos y el consumo comienza a repuntar

17 de mayo de 2024

Mientras el FMI pronostica que en el segundo semestre hay una retomada del crecimiento, los economistas debaten si hay condiciones para la inversión.

Entre la multitud de indicadores negativos sobre producción y ventas, entre las noticias sobre suspensiones y despidos en las industrias, en medio de la tensión política por las advertencias sobre la gravedad de la recesión, empiezan a aparecer, tímidamente, algunos datos que sugieren que tal vez la caída de la actividad ya haya tocado piso y se haya empezado a revertir la tendencia.

Son «mini brotes verdes» que no alcanzan todavía para hablar de una recuperación -y, mucho menos, de aventurar un crecimiento en forma de «V»-, pero lo cierto es que hay datos que cambiaron de signo.

Por caso, la encuesta mensual de CAME sobre ventas minoristas mostró en su última medición, por primera vez desde el recambio gubernamental, una variación positiva cuando se hace la comparación en términos intermensuales –por supuesto que, en la comparación interanual las caídas siguen siendo fuertes-.

Así, los números de abril mostraron una leve mejora de 1,6% respecto de marzo. Y, específicamente, el sensible rubro de alimentos y bebidas tuvo una mejora de 2,7%. También mostraron una leve recuperación las categorías textil, ferretería y materiales eléctricos, y calzado y marroquinería.

También llamó la atención que el índice Construya -que mide la evolución de volúmenes vendidos de diversos materiales de construcción al sector privado- mostró una mejora de 6,4% en abril respecto del mes previo.

En la venta de autos 0km, la gremial Acara informó un aumento intermensual de las ventas: en abril hubo una suba de 26,7% respecto de marzo, que había sido un muy mal mes para las concesionarias. Y también hubo una variación positiva en la venta de autos usados, con una recuperación de 5% después de tres meses de caída.


La venta de materiales para la construcción en el sector privado registró, tras varios meses de caída, una leve recuperación.

En cuanto a la producción, grandes rubros de la actividad, como los vinculados a la energía, agricultura y minería, están mostrando niveles de crecimiento relativamente altos en comparación con el año pasado.

El sector industrial de alimentación también registró una suba en el índice de producción de la consultora Ferreres y Asociados: un 0,9% de crecimiento en comparación con el año pasado, lo que lo constituyó en la excepción en un marco de caída generalizada.

Otros informes de producción industrial, como el de la fundación FIEL, midieron una leve suba intermensual, con un 1,4% de recuperación en marzo respecto de febrero

Y, acaso lo más importante, los indicadores que tratan de adelantar lo que ocurrirá en el corto plazo están marcando también un punto de inflexión. Por ejemplo, el índice Líder, que elabora la Universidad Di Tella, registró en su medición de marzo un crecimiento después de una racha de seis meses de caída.

Este índice sintetiza las variaciones de 10 indicadores de actividad, que según los economistas de la Di Tella, permiten anticipar cambios de tendencia en el ciclo económico. Los rubros relevados son: el índice general de la Bolsa de Comercio, el Merval, el agregado monetario M1, la exportación de soja, la venta de autos, la recaudación del IVA, el despacho de cemento, la producción de minerales, la producción siderúrgica y el índice de confianza del consumidor.

Los salarios y el vaso medio lleno

Son todavía pocos indicios para sacar conclusiones tajantes sobre el futuro de la economía, por lo que el debate suele virar hacia percepciones sobre el estado de ánimo de la población. Así, están los que ven «el vaso medio lleno» y afirman que ya se entró en la etapa de recuperación, mientras que en la vereda de enfrente hay quienes creen que todavía no pasó lo peor y que hay más espacio para la recesión y la pérdida de empleo.

Entre los primeros, suele encontrarse el grupo de empresarios y economistas que se entusiasman con la desaceleración de la inflación, la recuperación del equilibrio fiscal y el ordenamiento de la macroeconomía.

Uno de ellos fue Antonio Aracre, el polémico ex CEO de Syngenta y ex asesor presidencial de Alberto Fernández, que causó revuelo en las redes sociales al afirmar que ya hay signos de recuperación. Su argumento es que si las ventas cayeron tanto en el arranque del año fue porque se había generado un alto nivel de stocks, por «el festival de importaciones subsidiadas» ocurridas en la gestión ministerial de Sergio Massa.

Y agrega que, como consecuencia de la política monetaria que aplica el Banco Central -básicamente, por la drástica reducción de tasas de interés-, habrá una masa de dinero que migrará desde los pasivos remunerados a los préstamos para las empresas y el consumo.

«El crédito privado tiene un facto multiplicador sobre la economía desconocido en Argentina en los últimos 20 años. Este es el círculo virtuoso del cambio profundo que propone Milei», agregó.

Hubo otras opiniones influyentes en el mismo sentido, como la de Miguel Angel Broda, quien afirmó que, si bien marzo fue un mal mes para la actividad económica, probablemente en abril y mayo se haya dejado de caer.

Y señala un factor clave: que la masa salarial ya no está cayendo. Ese es uno de los efectos vinculados a la desinflación, dado que los acuerdos salariales suelen tener un desfasaje respecto de la inflación, de manera que crecen a un ritmo que tiene en cuenta la inflación de uno o dos meses atrás, lo que permite una recuperación en términos reales.

Lo mismo ocurre con las jubilaciones, a partir de la aplicación de la nueva fórmula. Según las estimaciones de los expertos en el tema, el mes próximo ya los haberes estarán en el nivel que tenían a fines del año pasado, y continuarán recuperando poder adquisitivo.

En otras palabras, que el consumo -aunque sea de manera despareja por sectores de la sociedad y por rubros de actividad-, debería tener un empuje al alza. Algún indicio en ese sentido puede verse en los ingresos por el IVA que recauda la DGI -que no incluye a los ingresos aduaneros-, que si bien sigue cayendo en términos interanuales, tuvo en abril una suba real de 8,3% respecto de marzo.

Las condiciones para crecer

Entonces, ¿ya pasó lo peor o todavía falta? Uno de los respaldos anímicos más importantes para el gobierno vino del Fondo Monetario Internacional, que cree que en el segundo semestre se empezará a registrar un crecimiento del PBI.

Julie Kozack, la vocera del Fondo, elogió la política económica de la gestión Milei, días después de conocerse el informe de revisión trimestral del organismo. «El plan de estabilización está obteniendo mejores resultados de lo esperado», dijo, y vaticinó el punto de inflexión en términos de actividad.

En el ámbito doméstico, en tanto, hay menos entusiasmo, porque se percibe que para la retomada del crecimiento se necesitarán condiciones todavía no garantizadas.

Así, según la consultora Ferreres -que dirige Fausto Spotorno- «la posible recuperación del segundo semestre dependerá de que se ordenen las variables macro, particularmente las expectativas inflacionarias, y dependerá también de un buen ingreso de divisas por la cosecha gruesa y una eventual salida del cepo».

En tanto, Gustavo Reyes, de la Fundación Mediterránea, concluye que el bajón de la actividad ya tuvo su piso entre marzo y abril. Se basa para ello en la mejora en los principales «drives» del consumo, como el nivel salarial, los préstamos en relación a los depósitos bancarios y la mejora en los índices de confianza del consumidor.

Pero destaca que todavía hay incertidumbre respecto de qué tan firme puede ser la recuperación de aquí en adelante. Anota que, para hablar de una consolidación del crecimiento, resta ver la suerte de las reformas estructurales y el fin de las regulaciones cambiarias.

«Para que la economía pueda crecer en el mediano plazo es necesario que se activen los motores de mediano plazo (empleo productivo, stock de capital – inversión – y productividad de la economía). Condiciones necesarias para lograr esto son la desaparición sostenible del desequilibrio fiscal, un nuevo régimen cambiario que elimine el actual cepo y la concreción de las reformas estructurales respaldadas en leyes. De no mediar esto, las posibilidades de crecimiento futuras de Argentina son muy magras», agrega Reyes.

La locomotora del agro va lento

En el corto plazo, las principales dudas sobre la sostenibilidad del crecimiento tienen que ver con un tema que irrita a Milei: el atraso cambiario.

Aunque el presidente calificó como «chantas» a los economistas que se quejan de la pérdida de competitividad por la diferencia de velocidad entre el dólar y la inflación, lo cierto es que hay sectores clave de la economía que se quejan de que necesitan un tipo de cambio más alto para recuperar sus márgenes de rentabilidad.

Entre ellos, el sector clave para liderar la recuperación: el agro. Lo cierto es que, en pleno «trimestre dorado» para las exportaciones de la cosecha gruesa, el movimiento es mucho más lento que lo esperado. Y los expertos del campo afirman que los productores sojeros se están comportando con una actitud extremadamente cautelosa, por la cual sólo se van desprendiendo de su stock guardado en los silobolsas a medida que necesitan liquidez para cubrir obligaciones.

Este es, precisamente, uno de los puntos que señaló el influyente Broda, al comparar este momento del país con la salida de la crisis post convertibilidad hace dos décadas.

«Nosotros ya salimos de 2002 con una situación parecida, pero salimos con exportaciones netas, exportaciones mucho mayores en cantidades que importaciones. Pero ahí vemos la duda, que es lo que yo pienso que es un atraso cambiario», advirtió Broda, quien además reclamó un rápido desarme del cepo.

Sin embargo, no hay señales de que el panorama cambie en el corto plazo. El cepo sigue siendo necesario para sostener la estabilidad cambiaria y la baja de tasas de interés. Las retenciones a la exportación siguen siendo vitales para la recaudación impositiva. Y, además, Milei fue tajante en el sentido de que no habrá una aceleración en la tasa devaluatoria.

En definitiva, la locomotora del agro seguirá funcionando a baja velocidad. De todas maneras, una leve recuperación de salarios y jubilaciones, en el marco de una inflación en descenso, podría generar en las próximas semanas una sensación de que lo peor de la crisis quedó atrás.


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