Javier Milei plantea cambios drásticos en un corto período de tiempo en materia económica, política, social y cultural, buscando acabar con un sistema corporativista de 80 años de duración. Plantea una revolución liberal verticalista, intransigente y apoyada en mayorías populares, utilizando todos los mecanismos constitucionales posibles y buscando en todo momento marcar la agenda de la discusión pública. Con el Pacto de Mayo busca institucionalizar este proceso.
El programa de Gobierno liberal depende de tres pilares fundamentales. El primero es el superávit fiscal, entendido como ancla antiinflacionaria y de solidez política. El segundo es el apoyo popular, dado que es un Gobierno con claras minorías parlamentarias. Y el tercero es el ancla de tipo de cambio nominal o dolarización, que permitiría cumplir con la principal demanda de la sociedad argentina: acabar con la inflación para siempre.
Milei tiene presente una importante lección de Mauricio Macri: el gradualismo no es una opción. Con esa premisa, evitó acuerdos parlamentarios costosos y aplicó un fuerte ajuste fiscal que le permitió alcanzar el superávit financiero en el primer mes de gestión. Este shock macro permitirá que la economía vuelva a crecer en junio o julio, que continúe la baja de la inflación, levantar el cepo y mantener los superávits gemelos.
Sin embargo, marzo y abril se presentan como meses críticos: hay aumentos de tarifas, en prepagas y colegios que ya están comenzando a afectar el humor social y profundizaran la recesión. Por ahora los índices de aprobación del Gobierno se mantienen elevados y es lo que frena una reacción masiva de los sindicatos y organizaciones sociales contra el programa económico.
De mantenerse los sólidos números fiscales, el Gobierno podría dar algunas señales que mejoren el humor social, como aumentos a los jubilados y baja de impuestos. En el marco del Pacto de Mayo, el Gobierno insistirá con su agenda parlamentaria, enviando probablemente una reforma laboral, impositiva, privatizaciones y otras cuestiones, por las que ofrece como prenda a los gobernadores asumir el costo político de la reposición del impuesto a las ganancias sobre los trabajadores.
Pero la apuesta política y económica para avanzar en reformas más profundas es la dolarización. El Gobierno apuesta a que, tras el cierre del BCRA, la eliminación de la inflación lo podría llevar a una victoria en las elecciones de medio término, como le sucedió a Carlos Menem en 1995. De mantenerse el rumbo, no son pocos los analistas que creen que Argentina podría crecer al 5% anual a partir del año próximo y por muchos años.
Armado nacional
Para ganar la batalla cultural y que Argentina sea irreversiblemente un país liberal, las políticas públicas de corte liberal tienen que llegar a las provincias y municipios.
¿A qué políticas me refiero?
- En términos educativos, aplicar modelos como las escuelas charter, que son colegios de gestión privada (con o sin fines de lucro) pero con financiamiento estatal por alumno, que otorgan mayor libertad a la hora de contratar profesores y definir métodos de enseñanza y han demostrado ser muy exitosos en los países donde se aplican.
- En términos de salud, avanzar con una mayor participación del sector privado en la prestación de la salud, lo que debería incluir la privatización de muchos hospitales. Este tipo de modelos se vuelven aún más necesarios, frente a un Estado que perdió la capacidad de gestionar con eficiencia, especialmente en áreas altamente sindicalizadas.
- Otras cuestiones son las privatizaciones de empresas públicas, cierre de fideicomisos provinciales, nuevos modelos de gestión de residuos, municipalización de la policía, reducción de gastos políticos y de las legislaturas, eliminación de trámites y regulaciones innecesarias, además de una fuerte reducción de la dotación de empleados. La ecuación es simple, si se gasta mucho en salarios y despilfarro, es poco lo que se puede invertir en servicios de calidad, infraestructura y espacios verdes.
Sin penetrar a nivel provincial y municipal, la revolución liberal tiene sus límites, lo mismo que la reducción del gasto público. Provincias y municipios explican la mayoría del crecimiento del empleo público de 2,3 millones a alrededor de 4 millones en los últimos 20 años.
Milei tiene pocas herramientas en el corto plazo para aplicar esta transformación, dado que no tiene ningún gobernador y solo tres intendentes. Deberá esperar a 2027 para poder hacerlo. Pero sí puede el PRO, que gobierna provincias y municipios. Para el PRO no solo es una cuestión de buena gestión, sino de supervivencia como partido: dado que, de ser exitoso en términos económicos, en 2027 el Gobierno liberal podría capturar la mayoría del electorado de centro derecha. Ejemplos de gestiones transformadoras podrían ser un diferencial del partido amarillo, que lo posicione mejor en la negociación de listas de una futura alianza.
Fuente El Economista